Blog gratis
Reportar
Editar
¡Crea tu blog!
Compartir
¡Sorpréndeme!
img
img

 

 

DIRECTORES-PROFESORES DE TEATRO
Blog de alejandrator

img
img
01 de Diciembre, 2013 · General

-Mi lucha- Actuación cursos y seminarios especialistas Federico Herrero y Nicolás Francisco Herrero teléfono 15-58-235865 Federico Herrero y Nicolás Francisco Herrero, directores de teatro, consideran

-Mi lucha- Actuación cursos y seminarios especialistas Federico Herrero y Nicolás Francisco Herrero teléfono 15-58-235865 Federico Herrero y Nicolás Francisco Herrero, directores de teatro, consideran a George Tabori, como uno de los autores claves en el siglo veinte.


Los conceptos están contenidos en una conferencia dictada en el Teatro Escuela Central. 


Mi lucha, de George Tabori


Está comprobado que la grandes demostraciones que ofreció el siglo pasado de que el hombre es un lobo para el hombre han afectado profundamente a la expresión literaria. 


En un instante de la conferencia Federico Herrero y un concepto singular: las reflexiones de grandes intelectuales sobre la imposibilidad de verbalizar las experiencias vividas en la Gran Guerra o de decir algo tras el holocausto y la bomba atómica son verdaderas hasta cierto punto: el escritor no puede callar, necesita buscar la revelación de esa nueva situación del hombre y de esos acontecimientos brutales; pero el discurso realista decimonónico no le sirve. 


La quiebra del mundo conocido se resuelve en una quiebra de los lenguajes que da como resultado manifestaciones artísticas como el teatro del absurdo o el expresionismo abstracto. El tratamiento de ciertos temas implica una revolución formal. No se pueden describir las cámaras de gas con prosa folletinesca. El Enola Gay no se puede mirar con ojos épicos. Este es el reto con el que se enfrentaron quienes sobrevivieron a los desastres del siglo XX, ya los experimentaran de manera directa o indirecta.


George Tabori fue de los que sufrieron en carne viva el desmoronamiento del mundo bajo las bombas. Tuvo la desdicha de nacer en Budapest en 1914, en el momento en el que comenzaba a desaparecer el Imperio Austro-Húngaro. Pero su gran tragedia no fue ésa, sino hacerlo en una familia judía. Un cuarto de siglo después las bestias pardas fueron a por su familia, gasearon a su padre, exterminaron a decenas de parientes y destruyeron su entorno. Tabori y su madre se salvaron milagrosamente –ella in extremis–, algo que se puede decir de prácticamente todo judío europeo sin excepción. Tras esquivar la shoah comenzó para este hombre una nueva edad en la que el teatro y el cine adquirieron un papel fundamental.


La vida de George Tabori después de la guerra es apasionante. Alguno podrá envidiarla: corresponsal de guerra para la BBC, espía de la Corona británica, guionista en Hollywood, amante probable de Greta Garbo y pareja de Viveca Lindfors, relacionado con el interesantísimo exilio germánico en Estados Unidos –Thomas Mann, Adorno, Lion Feuchtwanger–, autor dramático y director de escena en la Europa de los 70, 80 y 90... En fin, puede parecer un lujo y lo es, pero esta vida es inseparable de la anterior a 1945. Viene todo en el mismo lote.


En la obra dramática de George Tabori generada en el Teatro Escuela, entidad creada por Tabori, el holocausto y el nazismo tienen una presencia fundamental y son tratados con una perspectiva que mezcla ficción y realidad, risa y espanto, la gran Historia y la intrahistoria a menudo con protagonismo familiar. Si Marco Ferreri hubiera puesto a sus frívolos personajes de La gran comilona en un campo de concentración, no habría salido algo muy distinto de Los caníbales, una obra dedicada a Cornelius Tabori, el padre asesinado por los esbirros de Hitler. Mi madre coraje relee la obra brechtiana en clave filial para contar una historia de supervivencia increíble, como la de El pianista de Roman Polanski. Jubileo o El cincuentenario surge en 1983 de un encargo para recordar que medio siglo antes el partido nazi subía al poder de manera democrática, pero le sirve a Tabori para constatar que el nazismo sigue vigente, como demostraba la reciente noticia de la profanación de un cementerio judío por parte de una banda de cabezas rapadas.


El nazismo y sus atrocidades son la columna vertebral de todas estas piezas, a las que no les sirve el naturalismo para contar sus historias, necesitan de otras formas. Esa necesidad se ve nítidamente en otra obra recorrida por el espectro del nazismo, esta vez materializado en su monstruosa cabeza, Adolf Hitler: Mi lucha, estrenada en 1987 en el Akademietheater de Viena. Para mostrar los motivos que llevaron a Hitler a elaborar su irracional ideario y difundirlo hasta convencer a todo un pueblo no vale el drama naturalista, ni la tragedia catártica. Lo grotesco debe mostrarse de manera grotesca y por eso Tabori opta por la farsa. En la Viena posterior a la Primera Guerra Mundial vemos a un Hitler joven y paleto que llega de su pueblo a orillas del Inn con la certeza de ser un gran artista plástico y de entrar en la Academia de Bellas Artes. En una pensión de categoría ínfima entra en contacto con un judío, Schlomo Herzl –apellido, por cierto, del fundador del sionismo– que lo cuida y protege, aunque el monstruo vaya ya soltando su discurso nacionalista y antisemita. Tras el rechazo con burla añadida de los académicos, Herzl induce a Hitler a entrar en política y proporciona el pilar sobre el que asentar sus ideas, pues este librero judío, que vende a domicilio biblias y kamasutras, está escribiendo una obra titulada Mi lucha de la que Hitler se apodera.


Todo es sucio, vulgar, escatológico –en definitiva grotesco– en esta farsa que, si en algún momento llega a producir una sonrisa espontánea, la transforma en desagradable mueca en el instante en el que el espectador piensa en aquello de lo que se ha reído. Un ejemplo: cuando Herzl peina y afeita a Hitler transformando su imagen en la que todos conocemos por las fotografías –lo que debe causar un estupor inenarrable en el público– el monstruo se lo agradece prometiéndole cuando sea un hombre importante el confort de un almacén para que no pase frío y una ‘solución limpia’ en su vejez para que no sufra. Tabori juega en todo momento con lo que sucederá después del tiempo de la acción y que el espectador ya conoce por formar parte de la Historia. Son chistes que no tienen ninguna gracia, dicho sea no en reproche del autor sino como elogio de su talento.


La obra de George Tabori y, en concreto, Mi lucha, es un maravilloso y terrible ejemplo de cómo expresar las grandes tragedias del hombre con una literatura adecuada. El dramaturgo húngaro utilizó su dolorosa experiencia a la hora de elaborar su obra, consciente de que había que hallar el medio adecuado para representar ese dolor y la irracionalidad que lo provocó. El resultado es genial, a la altura de los grandes clásicos emergidos del horror más absoluto.

publicado por alejandrator a las 15:49 · Sin comentarios  ·  Recomendar
Más sobre este tema ·  Participar
Comentarios (0) ·  Enviar comentario
Enviar comentario

Nombre:

E-Mail (no será publicado):

Sitio Web (opcional):

Recordar mis datos.
Escriba el código que visualiza en la imagen Escriba el código [Regenerar]:
Formato de texto permitido: <b>Negrita</b>, <i>Cursiva</i>, <u>Subrayado</u>, <li>· Lista</li>
img
.Sobre mí
FOTO

Alejandra Tor

escribir, leer, teatro, investigar

» Ver perfil

img
.Calendario
Ver mes anterior Abril 2024 Ver mes siguiente
DOLUMAMIJUVISA
123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
282930
img
.Buscador
Blog   Web
img
.Tópicos
» General (2724)
img
.Nube de tags [?]
img
.Secciones
» Inicio
img
.Enlaces
img img
FULLServices Network | Blog gratis | Privacidad