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17 de Agosto, 2013 · General

TEATRO ESCUELA CENTRAL INFORMES 15-58235865 ESPECIALISTAS FEDERICO HERRERO NICOLÁS FRANCISCO HERRERO Federico Herrero, presentó un trabajo de investigación, tema: el actor: relación con cine y teatro.

TEATRO ESCUELA CENTRAL INFORMES 15-58235865

ESPECIALISTAS

FEDERICO HERRERO

NICOLÁS FRANCISCO HERRERO

Federico Herrero, presentó un trabajo de investigación, tema: el actor: relación con cine y teatro.


Actor es ser: lo mismo en el escenario que en el estudio cinematográfico o televisivo, así como en la radio, es esencialmente lo mismo, aunque no él mismo. 


Un actor no se repite a sí mismo en una ficción aristotélica congruente con el modelo tradicional que respeta las leyes de las unidades de tiempo, espacio y acción, así como de la fábula. 


Naturalmente, un actor tampoco se repite en una ficción. 


Independientemente de la narración, el actor es esencialmente él mismo, es decir, un actor en función de diferentes lenguajes.

La técnica del actor debe ser elástica. 


No es lo mismo actuar, técnicamente hablando, en un teatro de cámara con cincuenta o cien espectadores alrededor, que en un teatro tradicional de dos mil butacas ante un público sentado por hileras y distanciado por el foso de la orquesta. 


De la misma manera, la técnica del actor sufre transformaciones esenciales ante una cámara o un micrófono que lo obligan a matizar su expresividad tanto gestual como sonora. Lo que no cambia es la esencia del actor.

Un actor siempre es un actor independientemente del lenguaje en que se exprese; lo que cambia, pues, es el matiz técnico de su expresividad en función de la creación, la convención y la verosimilitud de cada ficción particular.

Los elementos constitutivos de los lenguajes teatral y cinematográfico son diferentes. Uno ocurre en vivo, diariamente distinto; el otro es registrado y percibido por el espectador cuando ya no ocurre. Su utilización de tiempo y espacio no es la misma. 


La narrativa obedece a distintas leyes: en el teatro es una herramienta en la que se apoya el actor a fin de lograr continuidad en la expresividad; en el cine la continuidad narrativa se asume de otra manera, dada la fragmentación requerida por la filmación. 


Por otra parte, las posibilidades de angulación, movilidad de la cámara, así como de asumir puntos de vista no existen en el teatro. La convención teatral tiene sus equivalentes, pero con técnicas y lenguajes específicos. 


Ninguno de los dos es mejor o peor que otro, son distintos.

Suele suceder que cuando nos encontramos ante un cine de calidad apoyado en la creación consecuente de personajes, situaciones y circunstancias que tratan de descubrir al hombre más allá de su quehacer, lo llamamos de manera profundamente irresponsable teatro filmado. 


Es importante precisar que efectivamente hay registros filmados o grabados de toda clase de acontecimientos, entre otros, por supuesto, el teatro. Pero sólo son eso: registros.
No existe el teatro filmado, así como tampoco existe la puesta en escena como hiperverbalización teatral. 


La utilización de espacios cerrados en el cine se califica peyorativamente como teatral, y al contrario, la multiplicidad de espacios y la reducción del campo de visión en el escenario se etiquetan de cinematográficas.


En el cine, parece que no tenemos conciencia de que la función del actor es crear un personaje por medio de la actuación. 


Esta falta de conciencia nos lleva al uso y abuso de “fórmulas muertas”, como que la actuación en el cine no existe; que el individuo sólo pone la cara y lo demás lo hace el montaje.
Estas suposiciones y afirmaciones sólo hieren al actor, que se siente confundido ante la necesidad de ficcionarse en el cine. 


Le negamos la posibilidad de la actuación y lo nulificamos. Así, herimos de muerte al actor, lo despojamos de su creatividad y lo reducimos a mera presencia, personalidad, figura, tipo, pero no actor. Lo limitamos en sus posibilidades: «Aquí no actúes», «Esto no es cine; esto no es teatro», «No pienses», «Aquí vocifera», «Aquí llora», «Aquí sólo pasa frente a la cámara», «Sólo abre esa puerta», «Ve a ese punto, ve a la cámara», etcétera. Aquí empieza la debacle de la fuerza del actor ante esas negaciones y afirmaciones contradictorias.

Debemos entender que el actor en el cine debe actuar. Debemos estimularlo para que actúe. Debemos iluminarlo para que crezca en la actoralidad. Debemos marcarle el ritmo para obtener la progresión. Debemos sacar del actor el matiz en función de nuestra ficción personal, de nuestra técnica, que también es la de él.

El actor es siempre actor.

publicado por alejandrator a las 12:48 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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